Convertirse al Islam o morir. Esas son las dos opciones que enfrentan los residentes cristianos de una aldea pakistaní.
Según informes, la violencia comenzó cuando un musulmán acusó a un cristiano de blasfemia contra el profeta Mahoma.
El hombre cristiano, Imran Masih, fue severamente golpeado y, según los reportes, algunos miembros de la comunidad musulmana planeaban prenderle fuego. Tras esto, Masih junto a su familia, han dejado el pueblo y se esconden.
Ahora ancianos de la aldea predominantemente musulmana de Chak 44 exigen conocer su paradero y han emitido una fatwa religiosa y una recompensa de alrededor de $1000 para su captura.
Poco después de que la fatwa fuera emitida, turbas de musulmanes radicales comenzaron a incendiar casas de aldeanos cristianos obligando a muchas familias a huir para salvar sus vidas.
Saleem Iqbal, director de un grupo de derechos humanos en la zona, dijo a un diario alemán que los cristianos en el pueblo se enfrentan a una situación peligrosa.
"Ellos se enfrentan a un boicot económico y social, ya que ningún comerciante les vende nada ellos", dijo Iqbal.
Según los informes, las autoridades locales piden a líderes cristianos y musulmanes que resuelvan sus problemas de manera pacífica, pero los cristianos en Chak todavía corren peligro.
"Estamos totalmente satisfechos con nuestras vidas y el hecho es que a pesar de los esfuerzos de los agentes de la policía, los extremistas nos pueden atacar en cualquier momento", dijo Iqbal Yaqoob a un diario alemán.
De acuerdo con Open Doors, un grupo que monitorea la persecución religiosa en todo el mundo, los cristianos y otras religiones no musulmanes son perseguidos de manera rutinaria en Pakistán.
En un comunicado a principios de este mes, la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF, por sus siglas en inglés) encontró que el gobierno paquistaní ha "seguido ejecutando y tolerando violaciones sistemáticas, continuas y flagrantes de la libertad religiosa".
El grupo recomendó que Pakistán sea designado como un "país de especial preocupación" en una crítica mordaz sobre el fracaso de su gobierno para hacer frente al extremismo.
"Durante años, el gobierno paquistaní no ha protegido a los ciudadanos de la violencia sectaria y por motivos religiosos", según el informe. "Las autoridades paquistaníes también han fracasado en traer constantemente autores ante la justicia o tomar medidas contra los colectivos sociales que incitan a la violencia".