ARTICULO: Marcos Barrientos - ¿HAY MÚSICA DEL DIABLO EN LAS IGLESIAS HOY EN DÍA?

Al viajar por diferentes partes de nuestro continente, muchas veces la gente me hace la siguiente pregunta: ¿No será la música cristiana contemporánea una concesión entre ritmos mundanos y letra cristiana?


Y la respuesta es: Definitivamente no, ya que la música cristiana contemporánea es una expresión del corazón de hombres y mujeres que han sido tocados por el amor de Dios y que le muestran su gratitud a través de sus canciones. Ellos comparten su mensaje usando el don que Dios les dio y el lenguaje con el que se expresan mejor: la música.

Ciertamente, existe una controversia en cuanto los ritmos y estilos musicales contemporáneos. ¿Son aceptables en la música cristiana? ¿Se vale usar salsa, rock, merengue, rap, etc. para transmitir un mensaje cristiano? Para contestar esta pregunta sin prejuicios, debemos hacer a un lado nuestras preferencias o gustos personales como el criterio que determina si un estilo o ritmo es o no “de Dios”, y enfocarnos en dos consideraciones que son realmente importantes: la cultura de los jóvenes y el balance de la música.

  1. La cultura de los jóvenes.
La cultura se puede definir como el conjunto de costumbres y hábitos que un grupo de personas practica. Los antropólogos nos dicen que el lenguaje es el elemento más importante de una cultura. Y la música es el lenguaje más poderoso que usan los jóvenes, pues trasciende aun las barreras nacionales y de idioma. Así como cada cultura o grupo étnico tiene su propio lenguaje, y éste evoluciona con el tiempo, la música cristiana contemporánea es una de las expresiones de la cultura del joven cristiano de hoy. Y es necesaria porque presenta el poderoso mensaje del Evangelio en un lenguaje relevante, actual, pero sobre todo, accesible para los jóvenes. En otras palabras: “les habla en su propio idioma”.

Ahora bien, debemos reconocer que no todos los elementos de una cultura son buenos. Por eso, cuando rendimos nuestra vida a Jesucristo, debemos adecuar nuestra “cultura” (hábitos) para alinearla con la Cultura del Reino de Dios (Mateo 5 al 7), y cambiar hábitos y corregir costumbres para que nuestro andar sea agradable a Dios. Obviamente, esto incluye la música que escuchas. Si quieres agradar a Dios, ya no escucharás música que exalta al diablo y su mensaje de rebeldía, perversión y ocultismo. Definitivamente, hay música diabólica, pero eso lo determina la letra de las canciones y el espíritu que hay detrás de ellas, y no los ritmos que usa. Hay baladas con música de violines que promueve un espíritu perverso de sensualidad; y hay canciones que usan ritmos muy intensos y, sin embargo, están llenas del poder de Dios.

  1. El Balance de la música.
El balance de la música tiene que ver con la estructura de la que está compuesta. Déjenme explicarlo así, la música se compone de tres elementos principales que son melodía, armonía y ritmo. Estos deben funcionar en un balance que se manifiesta de la siguiente manera: La melodía debe dominar, ascendiendo y descendiendo en la escala musical; la armonía debe apoyar a la melodía, alternando acordes mayores y menores; y el ritmo debe proveer una base para la melodía y la armonía al combinar la repeticion y la variación en sus patrones. Cuando los tres elementos de la música funcionan en un balance, el efecto que ésta tiene sobre los oyentes es muy positivo, al grado de que estudios científicos realizados con animales han demostrado que la música balanceada hace que las gallinas pongan más huevos y que las vacas den más leche.

Es verdad que algunas de las expresiones de la música cristiana contemporánea están desbalanceadas, pues existe un predominio de la base rítmica sobre la melodía y armonía. Esto puede producir algunos efectos negativos, como ansiedad y tensión, pero eso, de ninguna manera, significa que dicha música sea “del diablo”. Tomar demasiado refresco de cola puede ser muy perjudicial, pero eso no significa que tu marca favorita sea “del diablo” (aunque es probable que algunos así lo crean también). Todo es cuestión de balancear tu dieta, tanto en lo que comes, como en lo que escuchas.

Realmente, lo importante es evaluar cuál es la influencia espiritual que hay detrás de la música, o en otras palabras, cuál es el “espíritu” que impulsa al compositor y ejecutante. La Biblia dice: “De la abundancia del corazón habla la boca“. También declara: “Un árbol bueno no puede dar fruto malo y un árbol malo no puede dar fruto bueno” y “De una misma fuente no pueden brotar agua dulce y amarga“. Si el compositor y ejecutante de la música que escuchas está consagrado a Dios (sólo observa su estilo de vida y su mensaje), su música será un vehículo a través del cual el Espíritu Santo bendecirá tu vida. Pero si está consagrado a un espíritu de tinieblas (nuevamente, sólo observa su vida) esa influencia penetrará a tu vida a través de la música y, tarde o temprano, te dominará a ti también.